Nuestro viaje por el siglo XIX de la Barcelona de los de abajo se detiene ahora en el trienio 1854, 55 y 56. Sus tres julios fuero el bautismo de fuego del movimiento obrero de Barcelona. La creciente mecanización estaba haciendo aumentar el desempleo y bajando los salarios. Los trabajadores querían limitar la implantación de maquinaria en el textil y el Gobierno respondió con ejecuciones. Por primera vez toda la Barcelona obrera se puso en huelga para defenderse.
Como pasara en la revuelta de la Jamancia en 1843, esta oleada de levantamientos obreros arrancó con el entusiasta apoyo que las clases populares prestan al pronuniciamiento de un liberal. Se trata de O´Donnell, que en junio de 1854 se levanta contra el Gobierno.
Su movimiento triunfó rápido en Barcelona, y acto seguido el pueblo dio rienda suelta a su rabia. Se quemaron algunos conventos y fábricas textiles donde se habían instalado sefactinas, unos telares mecanizados que requerían de un número menor de trabajadores para producir. En los asaltos murieron un industrial y su hijo.
Inmediatamente O´Donnell ordenó que se castigue a quienes ayer le aplaudían. 6 obreros fueron pasados por las armas en pleno centro de la ciudad en dos días. Las asociaciones obreras respondieron con una huelga de hiladores y tejedores. Al final el capitán General, La Rocha, se reunió con el dirigente sindical, Josep Barceló, y aceptó la principal demanda de los obreros: la prohibición del uso de selfactinas. La huelga concluyó con una victoria.
Sin embargo este triunfo duró menos de un año. En julio de 1855 el nuevo Capitán General, Zapatero, vino con la intención de atender las demandas patronales, muy enfadadas con la resolución de la huelga del verano anterior. Prohibió los sindicatos y montó un montaje judicial contra Josep Barceló por el turbio asesinato de un carlista. Éste fue ejecutado a la vez que se levantaba la prohibición contra las selfactinas.
Este ataque fue inmediatamente respondido. Los sindicatos ilegalizados convocaron a la huelga general, la primera de todo el Estado. Se realizó la primera manifestación con una bandera roja, en la que se leía el lema Asociación o muerte. ¡Viva Espartero!. La huelga se extiendió a Catalunya y la Milicia Nacional se negó a disparar contra los obreros. Un año después, en 1843, la Milicia Nacional fue disuelta y sustituida por un cuerpo profesional y militarizado menos permeable a confraternizar con el pueblo: la Guardia Civil.
Varias comisiones de obreros se trasladaron a Madrid para intentar conseguir la mediación de Espartero. Sin embargo sus esfuerzos fueron en vano. A su regreso la huelga había sido derrotada, cientos de obreros habían sido detenidos y los comisionados fueron deportados a las colonias de ultra-mar.
A pesar de este duro golpe en el verano siguiente, en julio de 1856, la ciudad volvió a levantarse con gran violencia. Se construyeron barricadas en muchas calles, se ejecutó al oficial que había juzgado a Barceló… Al final Zapatero ordenó no hacer prisioneros. El Ejército tomó la ciudad y logró aplastar el levantamiento, con un saldo de 63 militares y 403 civiles muertos. Por primera vez el Ejército español se enorgullecía de una victoria contra el socialismo, no sería la última.
Barcelona Rebelde organiza esta ruta histórica en la que recorreremos las calles donde se concentraban las viviendas y centros de trabajo, incluida una de aquellas fábricas que todavía se mantiene en pié. Trataremos así de adentrarnos en la vida cotidiana de los trabajadores de la Barcelona decimonónica.
También los lugares donde se levantaron las barricadas, donde se produjeron las primeras manifestaciones obreras y los distintos puntos donde los liberales ejecutaron a dirigentes sindicales con el fin de sembrar el terror.
Comentarios